"Don Alfonso Ferriz Carrasquedo tiene 84 años. Como es habitual, participó la semana pasada en la Copa de ajedrez de la Ciudad de México. Tras cinco rondas, ganó tres utilizando una de las aperturas más agresivas: el gambito de rey. Instantes después de comenzar la sexta partida, don Alfonso se puso de pie, caminó hacia el público y saludó con especial cariño a una señora de más o menos su misma edad. Ella, sonriente, le deseó éxito. Él, con entusiasmo, le dijo: “No sé si voy a ganar, pero jugaré lo mejor posible: ¡te brindo esta partida!” Se despidió con un beso y regresó rápidamente a su asiento.
Amparo y Alfonso
A los espectadores les llamó la atención la variante planteada: un sistema Muzio, que sorpresivamente se transformó en un Gran Muzio. No es la primera vez que lo juega. En el torneo de Corpus Christi, Estados Unidos, en 1946, le dio excelentes resultados, tanto, que el GM Israel A. Horowitz, al comentar una de sus partidas, exclamó: “¡solo un mexicano salvaje puede jugar un sistema tan salvaje!”.
En la partida que comentamos, fue evidente que ambos contendientes conocían las líneas principales. Tras una violenta fase de apertura, las negras arribaban al medio juego con ventaja de material, pero las blancas tenían la iniciativa, movilidad y espacio. Pasado el momento crítico, Germán Montoya propuso tablas, pero de inmediato don Alfonso respondió: “¡No, maestro! perdón, pero ni a Carlos Torre le acepté nunca las tablas. ¡Juéguele!” Y el duelo continuó al filo de la navaja: las blancas al ataque y las negras a la defensiva, sin contrajuego, por lo que a poco andar, sufrieron un fulminante jaque mate.
¿Qué había pasado? Diario Monitor buscó al ganador para conocer los detalles, pero descubrimos que tras la batalla de las piezas había otra historia, acaso más interesante:
Alfonso Ferriz
¿Por qué eligió el Gran Muzio, don Alfonso?
Es un sistema riesgoso, es cierto, pero prefiero el juego de ataque a otros sistemas más pasivos. Aquí hay que atacar con todo, so pena de sucumbir en el intento. Pero quiero decirle que esta partida puede ser interesante, no tanto por el resultado, sino por la historia que hay tras ella.
¿Cuál es esa historia?
Esta partida se la brindé a la señora Amparo Segura, a quien conozco desde hace 70 años, cuando estudiábamos en la Facultado de Química, en la UNAM. Se la brindé por amor. Somos novios desde hace seis años. Quiero decirle que no hay nada más tierno que el amor de dos viejos. La gente cree que por ser ancianos no tenemos sentimientos ni emociones. Queremos querer y que nos quieran. Lo que más daño nos hace es la exclusión. A nuestra edad, muchas veces, aunque estemos viendo la misma película, la misma puesta de sol, oliendo las mismas rosas u oyendo las mismas canciones de nuestra juventud, nos sorprendemos de verlo todo en forma diferente, lo que no tiene importancia. No se trata de convencer al otro. Aceptamos las diferencias. Y lo mismo nos sucede en el amor. Somos dos mentes que estamos juntas, que nos atraemos y que nos respetamos. Nuestras limitaciones son enormes. La principal es la salud. Ya no corremos como antes, nos cuesta caminar, pero eso hace que miremos con más atención lo que nos rodea y apreciarlo mejor.
Pero usted es un jugador de ataque...
Sí. Cuando la señora Amparo me dijo que deseaba ver mi partida, en un arranque tal vez de lo más cursi y vanidoso, le dije que se la brindaba. Con ese estímulo y puesto que ya no aspiro a premios en dinero, ni honoríficos ni nada por el estilo, salí con el ánimo de producir un buen juego, sin importar el resultado. En esta partida, Germán Montoya defendió el gambito, protegiendo el peón al estilo antiguo, lo que me dio la oportunidad de jugar un sistema Muzio, donde se sacrifica una pieza por un ataque más o menos peligroso, pero defendible. Y al estar en trance de presumir, arriesgándolo todo, no pude resistir la tentación de jugar un Gran Muzio, en el que se entregan dos piezas. Como usted ve, por una buena partida y por la mujer que se ama, bien vale la pena sacrificarlo todo.
La partida: el gambito Muzio fue creado en el siglo XVII, aunque se popularizó en el XIX, en la época romántica del ajedrez. En esta partida las blancas sacrifican dos piezas. Las negras tratan de conservar el material. Esto es aprovechado por las blancas para tomar la iniciativa, intensificar el ataque y someter al rey rival a una inexorable red de mate.
“La Inmortal de Ferriz”
Blancas: Alfonso Ferriz Carrasquedo, Negras: Germán Montoya
México D.F. noviembre 19 del 2006
Gambito de rey, variante gran Muzio.
Blancas: Alfonso Ferriz Carrasquedo, Negras: Germán Montoya
México D.F. noviembre 19 del 2006
Gambito de rey, variante gran Muzio.
¡Wow! ¡Qué hermosa historia real! Me ha encantado. Gracias por ponerla. Sí que son palabras sabias: "Como usted ve, por una buena partida y por la mujer que se ama, bien vale la pena sacrificarlo todo". ¡Felicitaciones para don Alfonso! No importa la edad, ¡todavía puede uno cabalgar como el Quijote!
ResponderEliminarPrecioso post.
Me alegra que le guste. Las gracias se las tengo que dar yo a usted por seguir este humilde blog. Saludos a nuestra querida Veracruz y a los que nos seguís desde allá. Un placer.
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